Limpieza en Japón, un valor compartido por toda la sociedad

La cultura de la limpieza en Japón tiene raíces profundas en su historia, religión y organización social. No es simplemente una costumbre, sino un valor central en la vida cotidiana que ha evolucionado durante siglos, como fruto de los siguientes factores.

  • Influencia religiosa (sintoísmo y budismo) 

Sintoísmo: Esta religión nativa de Japón valora profundamente la pureza espiritual y física. La limpieza no solo es higiene, sino también una forma de purificación. Por eso, es costumbre lavarse las manos y enjuagarse la boca al entrar a un santuario. 

Budismo: Introducido desde China e India, también refuerza la idea de que la limpieza del entorno refleja la limpieza del alma. Los monjes budistas limpian templos diariamente como práctica espiritual. 

  • Educación desde la infancia 

A los niños en Japón, desde muy pequeños, los padres les inculcan los conceptos de “puntualidad y limpieza” a través de rutinas prácticas, como ordenar sus juguetes y su ropa, o comer e ir a dormir en un horario determinado.  

Esto se enseña cuando tienen tan solo 3-4 años, cuando aún no comprenden conceptos abstractos y antes de su escolaridad. 

Luego, en las escuelas japonesas los propios estudiantes limpian las aulas, los baños y los pasillos, como parte de una educación formativa en valores, fomentándose el respeto por los espacios comunes, el sentido de responsabilidad y el trabajo conjunto desde pequeños. 

  • Normas sociales no escritas 

En Japón, ensuciar el espacio público está mal visto y provoca una sanción social inmediata, aunque no sea legalmente castigado y hay una fuerte presión cultural por no incomodar a los demás, lo que lleva a que cada persona se haga responsable de su propia basura o suciedad. 

Por ejemplo, ha sido llamativo que después de los partidos del Mundial de fútbol, los hinchas japoneses limpiaban las tribunas.

¿Cómo impacta esta cultura en la vida profesional y empresarial? 

La cultura de la limpieza y el orden en Japón tiene un impacto profundo en la vida profesional y empresarial, al formar parte de un conjunto de valores —como la responsabilidad, el respeto, la disciplina y la eficiencia— que moldean el modo en que los japoneses trabajan, lideran y se relacionan en el entorno laboral.  

La limpieza está asociada, además, a orden mental y eficiencia operativa que se traduce en espacios laborales limpios permiten un trabajo más fluido, con menos errores y mayor productividad. 

Una aplicación directa de la cultura de la limpieza en los espacios laborales es el Método de las «5-S» que implica la aplicación continua y permanente de las siguientes buenas prácticas:  

  1. Seiri Clasificar: Separar lo necesario de lo innecesario
  2. Seiton Ordenar: Ubicar cada cosa en su lugar 
  3. Seisō Limpiar: Mantener el entorno impecable y funcional 
  4. Seiketsu Estandarizar: Crear rutinas de limpieza y orden 
  5. Shitsuke Disciplina: Hacer de esto un hábito permanente 

Este método no solo permite ordenar oficinas o plantas: estructura el pensamiento y los procesos, mejora el clima laboral y reduce desperdicios, al facilitar lo siguiente: 

  • Respeto por el espacio compartido 

En las oficinas japonesas no se acostumbra tener personal que limpie escritorios individuales: cada empleado limpia su propio espacio. Esto fomenta responsabilidad individual y una cultura de respeto mutuo, sin depender de otros para mantener el orden. 

  • Mejora continua (kaizen) 

La limpieza y el orden son parte del enfoque de «kaizen», o mejora continua, un concepto clave en la gestión japonesa. La idea es que incluso el más pequeño ajuste —como reordenar herramientas o reducir desechos— puede generar grandes mejoras en productividad y bienestar. 

  • Ambientes de trabajo tranquilos y armónicos  

Un entorno limpio y ordenado reduce el estrés visual y psicológico y muchas empresas japonesas buscan un equilibrio entre eficiencia y armonía, lo cual incrementa el enfoque, la cortesía y la colaboración. 

  • Humildad y trabajo en equipo 

Sin importar el rango, en muchas empresas directivos y empleados participan juntos de jornadas de limpieza o mantenimiento del entorno común, derribándose jerarquías rígidas y construye un fuerte sentido de comunidad laboral. 

En conclusión, la cultura de la limpieza forma trabajadores y profesionales responsables, disciplinados y respetuosos, que se traduce en: 

  • Espacios de trabajo eficientes y seguros. 
  • Relaciones laborales basadas en respeto mutuo. 
  • Mejora continua en todos los niveles. 
  • Orgullo por lo que se hace y por el lugar donde se trabaja. 

Por Ricardo Hara